Vamos a hablar sin tapujos. Si estás leyendo esto, probablemente tu vida amorosa necesita un empujoncito. No te preocupes, le pasa hasta al más pintado. Y no, no estoy hablando de buscar contactos para sexo en internet. Eso es para los desesperados o los que no tienen imaginación. Nosotros vamos a un nivel más allá. Yo misma, después de 10 años de matrimonio, sentí que necesitábamos ponerle un poco de pimienta al asunto. Así que, agárrate, porque voy a compartir contigo los lugares más locos donde mi marido y yo le hemos dado rienda suelta a la pasión.

1. En el coche (pero con cuidado, ¿eh?)

      Mira, no te voy a mentir. La primera vez que lo intentamos, casi nos pillaron. Estábamos en el aparcamiento del supermercado y… bueno, digamos que las bolsas de la compra no eran lo único que se movía. Un consejo: asegúrate de que los cristales estén bien empañados antes de empezar la faena.

2. En la playa (arena incluida en sitios insospechados)

      ¡Qué romántico! dijimos. ¡Qué idea tan mala! descubrimos. La arena se mete por todos lados, y cuando digo todos, me refiero a TODOS. Pero oye, si te va el rollo exfoliante, adelante.

3. En la ducha (cuidado con los resbalones)

      Esto suena genial en teoría, pero en la práctica… Digamos que terminamos más limpios, sí, pero también con un par de moratones. Nota mental: comprar esas pegatinas antideslizantes la próxima vez.

4. En la cocina (porque el hambre y el amor van de la mano)

      Un día, mientras preparaba la cena, mi marido decidió que yo era el plato principal. Resultado: la salsa se quemó, pero nosotros estábamos que ardíamos. Desde entonces, “cocinar” tiene un nuevo significado en esta casa.

5. En el ascensor (para subidones rápidos)

      Vivimos en un quinto, así que teníamos que aprovechar. El truco está en pulsar todos los botones y rezar para que nadie se suba. Eso sí, ten preparada una excusa por si las moscas. “Estábamos buscando el móvil” no cuela, créeme.

6. En un probador (compras con final feliz)

      Lo que empezó como una inocente sesión de compras terminó con nosotros “probándonos” algo más que ropa. Consejo: elige una tienda con música alta. Los gemidos se confunden con el reggaetón.

7. En el cine (palomitas opcionales)

      Película mala + sala vacía = oportunidad perfecta. Solo asegúrate de que no sea una de terror. Los sustos inoportunos pueden arruinar el momento.

8. En la oficina (después de horas, claro)

      Una noche que nos quedamos hasta tarde “trabajando”, decidimos darle un uso alternativo al escritorio. Desde entonces, las reuniones tienen un toque especial.

9. En un parque (comunión con la naturaleza)

      Un picnic romántico que se nos fue de las manos. Consejo: lleva una manta grande. Muy grande. Y vigila las hormigas, esas pequeñas pueden ser unas aguafiestas.

10. En casa de tus suegros (para los más atrevidos)

            Vale, esto fue idea de mi marido. Yo estaba muerta de miedo, pero la adrenalina… ¡madre mía! Eso sí, ahora no puedo mirar a mi suegra a los ojos sin ponerme roja.

Mira, al final del día, lo importante es divertirse y mantener viva la llama. No te tomes esto demasiado en serio. Si algo sale mal (que saldrá), ríete. El sexo es divertido, torpe y a veces ridículo. Esa es su magia.

Y recuerda, siempre con consentimiento y respeto mutuo. Nada de forzar situaciones ni incomodar a nadie. La clave está en la complicidad y en atreverse a probar cosas nuevas juntos.

Así que ya sabes, la próxima vez que tu pareja te diga “¿Qué hacemos hoy?”, guíñale un ojo y dile: “Tengo una idea…”. Y si alguien os pilla, simplemente sonreíd y decid que estabais buscando el móvil. Funciona el 60% de las veces, todas las veces.